Pregón VII Día de la Trilla de Sedella

Queridos vecinos y vecinas, alcalde, autoridades locales, curiosos y visitantes de este lugar sin par, antes de nada os deseo agradecer de corazón por la distinción de que me hacéis efecto. Quiero que sepáis que soy hombre agradecido y que para mí es un placer inmenso compartir este día tan especial con vosotros.

 

La Fiesta, el Día de la Trilla. Una antigua tradición que acertadamente se conmemora cada año en este localidad de profundas raíces rurales, donde antaño llegaron a haber 24 eras y aún queda una como último vestigio de una forma de cultivar ya en desuso, sustituida por los modernos tractores y otros medios mecánicos. Pero la trilla forma parte del ser de esta localidad, de la “intrahistoria” como diría Unamuno, de este bello pueblecito de la Axarquía.

 

Busco información y encuentro que el mismo nombre de este pueblo, Sedella, puede provenir del término “Sedilia”, que en el idioma latín del Bajo Imperio romano significa “emplazamiento o posesiones rurales”. Por tanto, tiene todo el sentido reivindicar estas formas arcaicas de agricultura que los mayores sedellanos recuerdan tan bien. Sobre el nombre de Sedella existe también otra teoría a la que no quisiera hacer referencia, puesto que remite a antiguas épocas de guerra entre cristianos y musulmanes y además carece de verosimilitud alguna.

 

A mí me gusta mucho la historia y siempre me place investigar las peculiaridades de cada sitio que visito. Así, me entero de la existencia de la Casa Torreón, antigua vivienda de don Diego Fernández de Córdoba, el señor de Sedella. Sé que este pequeño puente de piedra que he atravesado hace poco puede tener origen romano. Y por supuesto sé que este es un pueblo fronterizo con la vecina provincia de Granada, en la falda de La Maroma, en la espectacular Sierra de Tejeda. Y que los segadores de Sedella eran hombre sacrificados que visitaban la provincia de Granada, también la de Sevilla, para ofrecer sus servicios de temporeros, o sea, estoy hablando de los “currantes” de toda la vida, de esta gente maravillosa que homenajeó Carlos Cano en su himno “La murga de los currelantes”.

 

Me imagino a esta gente andando kilómetros y kilómetros para llegar al pueblo que fuese de Granada, donde se ponían a trabajar de sol a sol por sueldos exiguos y se dedicaban, como el refrán dice, “a separar el grano de la paja”. Qué bello homenaje esta fiesta a la figura del segador. Qué bello enclave, ahora que estoy contemplando la naturaleza que me rodea. ¡Qué bonito es Sedella!

 

No sé si ustedes sabéis, buena gente de este pueblo, que yo estuve tocando aquí con Danza Invisible en 1995, concretamente el 6 de agosto, imagino que coincidiendo con la Feria en honor de la Virgen de la Esperanza Coronada. Tengo muchos recuerdos de ese concierto porque este fue el sitio más pequeño que visitamos en esa gira, no dábamos crédito a que un lugar de apenas cuatrocientos y poco habitantes hubiese hecho semejante esfuerzo económico para contratarnos. Y recuerdo la gente del equipo de sonido, una empresa de Huesca que se llama Rampa, que la pasaron canutas para poder transportar el equipo de sonido por estas angostas carreteras. De hecho siguieron recordando esa velada durante años.

 

Veo con satisfacción que esos cuatrocientos y pico son ahora seiscientos y que Sedella no corre peligro inminente de despoblación, ese mal que está afectando a tantísimos sitios del interior de España. El pueblo está sabiendo sacar inteligentemente partido de su tipicidad, su gastronomía y su atractivo para gentes que buscan una vida más auténtica, o sencillamente darse un baño de naturaleza. Y yo como malagueño me congratulo de que la Axarquía está atravesando un interesante periodo de prosperidad.

 

Pero hemos de mantenernos alerta. E iniciativas como esta son muy necesarias para que la gente no olvide sus raíces y para hacer que la gente conozca de los atractivos de Sedella, que son muchísimos. Por mi parte solo me queda reiterar mi agradecimiento y acompañar estas palabras de los que mejor sé hacer: cantar. ¡Viva Sedella! ¡Viva el Día de la Trilla!