Revolución

Últimamente todos mis pasos parecen ir encaminados hacia esa época dorada que fueron los años finales de los 60. Hace un par de semanas me han encargado un himno para un evento internacional que ya os relataré debidamente y no sé por qué tras reunirme con los responsables y escuchar sus indicaciones pensé en algo tipo «Ripple», esa entrañable canción hippy de los Grateful Dead. De ahí he ido derivando a «Daydream» de Lovin’ Spoonful y de allí a algo como «Getting better» de los Beatles, sigo dando vueltas a un concepto de canción positiva, coreable y con un punto digamos que campestre entre comillas, una especie de melodía de sonrisa relajada (sé que el término es cutre, pero ahora no se me ocurre nada mejor). Un momento, no se me ocurre nada mejor porque estoy agotado y éste, el 1 de febrero de 2017, es más o menos mi último día de temporada tras dos años extenuantes. O sea, que me voy de vacaciones y solo voy a estar para mi mini-bolo del 10 en Murcia junto a La Guardia, algún ensayo y poco más.

Pero a ver (que no «haber», vaya si se expresa mal la gente en internet), ¿dónde estaba? Sí, a final de los años 60, los años convulsos del LSD, el Vietnam, las revueltas políticas, el asesinato de Martin Luther King, el escándalo Watergate, mayo del 68 en Francia, el paso de «All you need is love» al comienzo del activismo político de izquierdas. Veo el final de la serie «Mad men» y me posiciono con los que opinan que es genial, ¿no es simbólico que termine con el archiconocido spot de la Coca Cola, o los sueños de un mundo mejor sepultados ante el capitalismo más atroz?  ¿Veis como me persigue este periodo del 1967-1970?

Esto me hace recordar a Abbie Hoffman, el fundador de ese pseudo movimiento llamado «yippie», por aquello del Partido Internacional de la Juventud que fundó (Youth International Party), activista semi pirado cuyos escritos me interesaron bastante cuando adolescente, recuerdo que «Roba este libro» y los fragmentos de «Revolution for the hell of it» (traducida absurdamente al castellano como «Yippie! Una pasada de revolución») que leía en revistas contraculturales como «Star» me acompañaron en mis últimos años de residencia en la Barriada de La Paz, justo antes de mudarme a Torremolinos. Seguro que estos textos interesan ahora sobremanera a mi hijo Javier, que anda estudiando ciencias políticas en Granada. Hoy en día no dejo de verlos con bastante distancia y desde luego que no comparto sus consignas que en mi opinión confunden la protesta necesaria con el frikismo y la bronca porque sí. Ejemplos hay miles, solo citaré aquel momento en que organizó una manifestación en la que unos 50.000 hippies intentaron hacer levitar el Pentágono utilizando la energía psíquica, intento que obviamente no tuvo éxito; se suponía que con la fuerza de las mentes de todos el edificio se pondría naranja, vibraría y entonces terminaría la guerra de Vietnam. O cuando irrumpió en pleno concierto de los Who en Woodstock para dar un mitin en protesta por el encarcelamiento de John Sinclair de los White Panthers, al que había detenido por posesión de un par de míseros porros de marihuana. El guitarrista Pete Townshend reaccionó soltándole un sonoro guitarrazo en la crisma mientras le gritaba «¡fuera de mi puto escenario!». Townshend estaba en contra del encarcelamiento de Sinclair, pero no entendía qué demonios tenía eso que ver con irrumpir en su concierto sin pedir permiso alguno.

Reflexiones de tiempos convulsos en los que Trump se está mostrando como uno de los pocos políticos que no engaña a nadie, simplemente está siendo tan animal como dijo que iba a ser. Momentos en los que el activismo vuelve a tornarse necesario. En los que los artistas debemos posicionarnos claramente, ¿estamos con los bárbaros o no? Que no se confunda nadie, volviendo a los Beatles mi postura está muy próxima a la de Lennon en «Revolution»: revolución sí, pero si ésta se confunde con destrucción que no cuenten conmigo.

«You say you want a revolution
Well, you know
We all want to change the world
You tell me that it’s evolution
Well, you know
We all want to change the world
But when you talk about destruction
Don’t you know that you can count me out
Don’t you know it’s gonna be 
All right, all right, all right»
Eso espero, que todo salga «all right». Hasta un tiempo, amigos.