Ha pasado ya cierto tiempo desde que se publicó «Polo sur» y es buen momento, tras haber echado una ojeada a vuestros comentarios, de comentar un poco cómo va la cosa.
Quizá es pronto para evaluar, pero la impresión que voy recibiendo es que el disco está siendo tan bien acogido críticamente como algo ignorado para el gran público. ¿Motivos? Bah, no pienso ni quemarme ni aburrirme, tan sólo corroborar el pésimo momento que vive la radio musical del país, donde las canciones seleccionadas para las listas dependen de extrañas consultoras; y de la industria del disco, donde poco a poco las compañías se fusionan (la última, DRO con sus «hermanos» de Warner) con los consiguientes despidos y aligeramiento de «lastre» (cartas de libertad a grupos que vendan menos de x copias). Yo no lloro ni pienso hacerlo, porque cuando publiqué el álbum era plenamente consciente del riesgo que corría. Joder, sigo siendo un romántico que es capaz de discutir con quien haga falta para incluir en el disco un tema como «El extraño viaje», aún a sabiendas de que no iba a gustar incluso a buena parte de mi público. Si yo creo que es bueno, es suficiente.
Pero es muy bonito recoger el fervor de mucha gente que ha acudido al Cervantes, de algunos no muy «danzeros» sorprendidos por la personalidad del proyecto y, sobre todo, el comentario de una chica de Madrid: «¡Qué bien, en vez de un sólo grupo favorito ahora tengo dos!». Lo mejor que me podían decir. Y qué decir de Jose Antonio, que se molestó en grabarme una especie de video-clip casero de «El vaivén de las olas», visiblemente conmovido por la canción. ¡Cuélgalo en YouTube, hombre! Y encima sospecho que el boca a boca me va haciendo un favor.
En fin, gracias a todos, compañeros, por vuestro respaldo e interés. También, por qué no, a los que el disco haya podido defraudar. No en vano es este, intencionadamente, un álbum más de tonos menores (como, por ejemplo, «Efectos personales») que de mayores («En equilibrio» o «Pura Danza»). O sea, más introvertido que extrovertido. Más parecido a «Pero ahora» que a «Sabor de amor». Los dos polos de un Géminis nato.
Seguramente, a lo largo de este otoño-invierno-primavera vais a tener la ocasión de disfrutar de «Polo Sur» en directo. Y lo recomiendo vivamente. Sonamos, al igual que Danza, mucho más urgentes, más duros, más poderosos. En este caso es lógico, al ser éste un disco muy de laboratorio, con muchos músicos y recorta-pega. Si alguien quiere comprobar cómo sonaría el proyecto por una banda, que nos visite. Ah, por cierto, el escoger varios temas de Danza (que salvo en tres casos no coinciden con el repertorio de los últimos años) para el directo obedece sólo a una reivindicación orgullosa: son 7 temas fantásticos que me cuadran con el concepto nuevo y en los que ¡qué diablos! he intervenido en la composición de forma importante. Para reivindicar a otros, hagámoslo con lo nuestro.El regalito de este mes: la primera interpretación en vivo de «Emborráchame de amor» en el primer concierto que realicé como solista, en diciembre del 2000, acompañado por Agustín Ansorena y Toni Romero. La calidad de sonido no es muy allá, pero como documento es impagable.
En fin, un abrazo, amigos, en espera del segundo single – sorpresa, sorpresa..- y de nuevas aventuras de vuestro apreciado cantor. Se me olvidaba, un abrazo enorme para Antonio Carlos Miñán (batería), que deja la banda -aunque seguramente nos volveremos a ver pronto, compañero- y hola otra vez a nuestro Alejandro Manfrín, batería también de ya sabéis quién.
Quizá es pronto para evaluar, pero la impresión que voy recibiendo es que el disco está siendo tan bien acogido críticamente como algo ignorado para el gran público. ¿Motivos? Bah, no pienso ni quemarme ni aburrirme, tan sólo corroborar el pésimo momento que vive la radio musical del país, donde las canciones seleccionadas para las listas dependen de extrañas consultoras; y de la industria del disco, donde poco a poco las compañías se fusionan (la última, DRO con sus «hermanos» de Warner) con los consiguientes despidos y aligeramiento de «lastre» (cartas de libertad a grupos que vendan menos de x copias). Yo no lloro ni pienso hacerlo, porque cuando publiqué el álbum era plenamente consciente del riesgo que corría. Joder, sigo siendo un romántico que es capaz de discutir con quien haga falta para incluir en el disco un tema como «El extraño viaje», aún a sabiendas de que no iba a gustar incluso a buena parte de mi público. Si yo creo que es bueno, es suficiente.
Pero es muy bonito recoger el fervor de mucha gente que ha acudido al Cervantes, de algunos no muy «danzeros» sorprendidos por la personalidad del proyecto y, sobre todo, el comentario de una chica de Madrid: «¡Qué bien, en vez de un sólo grupo favorito ahora tengo dos!». Lo mejor que me podían decir. Y qué decir de Jose Antonio, que se molestó en grabarme una especie de video-clip casero de «El vaivén de las olas», visiblemente conmovido por la canción. ¡Cuélgalo en YouTube, hombre! Y encima sospecho que el boca a boca me va haciendo un favor.
En fin, gracias a todos, compañeros, por vuestro respaldo e interés. También, por qué no, a los que el disco haya podido defraudar. No en vano es este, intencionadamente, un álbum más de tonos menores (como, por ejemplo, «Efectos personales») que de mayores («En equilibrio» o «Pura Danza»). O sea, más introvertido que extrovertido. Más parecido a «Pero ahora» que a «Sabor de amor». Los dos polos de un Géminis nato.
Seguramente, a lo largo de este otoño-invierno-primavera vais a tener la ocasión de disfrutar de «Polo Sur» en directo. Y lo recomiendo vivamente. Sonamos, al igual que Danza, mucho más urgentes, más duros, más poderosos. En este caso es lógico, al ser éste un disco muy de laboratorio, con muchos músicos y recorta-pega. Si alguien quiere comprobar cómo sonaría el proyecto por una banda, que nos visite. Ah, por cierto, el escoger varios temas de Danza (que salvo en tres casos no coinciden con el repertorio de los últimos años) para el directo obedece sólo a una reivindicación orgullosa: son 7 temas fantásticos que me cuadran con el concepto nuevo y en los que ¡qué diablos! he intervenido en la composición de forma importante. Para reivindicar a otros, hagámoslo con lo nuestro.El regalito de este mes: la primera interpretación en vivo de «Emborráchame de amor» en el primer concierto que realicé como solista, en diciembre del 2000, acompañado por Agustín Ansorena y Toni Romero. La calidad de sonido no es muy allá, pero como documento es impagable.
En fin, un abrazo, amigos, en espera del segundo single – sorpresa, sorpresa..- y de nuevas aventuras de vuestro apreciado cantor. Se me olvidaba, un abrazo enorme para Antonio Carlos Miñán (batería), que deja la banda -aunque seguramente nos volveremos a ver pronto, compañero- y hola otra vez a nuestro Alejandro Manfrín, batería también de ya sabéis quién.