Hace aproximadamente un mes me comentaba Javier Andreu de La Frontera que José Mª Guzmán había aparecido en La Voz Senior, programa que por cierto nunca he visto ni presumiblemente veré. «¿Y cómo es que ha salido ahí?», pregunté. «Pues seguramente porque es una forma de salir en televisión y que a partir de entonces le salgan más bolos con la banda de versiones que tiene». Esta postura es perfectamente comprensible, claro. Lo que ya no me lo resulta tanto es que ninguno de los miembros del jurado supiese quién era ese señor que cantaba «Señora azul», y esto va tanto por el jurado (Bisbal, Pablo López, Paulina Rubio y Antonio Orozco), como por los guionistas del programa: ¿no se han tomado la molestia de leer un poco acerca de ese señor que es historia viva de la música española o es que los guionistas no le han pasado información alguna? Me inclino por la última, pero aún así, vaya…
En cualquiera de los casos me parece una afrenta flagrante. Uno no pide que todo el mundo esté super puesto en música popular española, pero vamos, el LP de «Señora azul» de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán aparece repetidamente en las listas de mejores discos españoles de la historia según publicaciones nada underground como puede ser El País, por ejemplo. Del grupo anterior anterior de Guzmán, Solera, hay una melodía que se hizo inmensamente popular en los 70, hablo de «Las calles del viejo París». Y el grupo posterior, Cadillac, tuvo sus éxitos allá por los 80, hasta llegaron a salir en Eurovisión. Y ahí estaba el pobre de Guzmán, que por cierto sigue sacando discos de impecable factura, siendo evaluado por estos coaches de relumbrón.
Qué queréis que os diga, a mí esto me indigna, hablo del concepto mismo del programa, «vamos a dar una oportunidad a estos vejestorios marchosos para mostrar lo comprensivos que somos con la tercera edad y tal», y sobre todo porque sus intenciones supuestamente loables se desmoronan como azucarillos al encontrarnos con casos como éste. Hace poco llamaron también a Sherpa, el vocalista de Barón Rojo (ahora con Los Barones), que les respondió mandándoles una afilada misiva en la que los ponía de vuelta y media. «¿Quién creéis que soy para que salga ahí haciendo el mono para vuestro entretenimiento? Os recuerdo que he hecho giras internacionales y he ganado discos de oro y platino cuando alguno de vosotros ni había nacido.» Algo así les vino a decir.
Conocí a Sherpa en un bolo que hicimos en Canarias con mi gran amigo Manolo Guerra y me pareció un tío encantador, aunque su música nunca ha sido de mi estilo (como a él le pasará con la mía). Y bueno, a Guzmán lo traje a Málaga para el homenaje que orquesté a Los Íberos y desde entonces le tengo un aprecio increíble, ahí estaba el tío viajando solo por los gastos para acompañar a su colega Adolfo, el vocalista de la mítica banda pionera del pop boquerón y compañero suyo de tantas fatigas. Y me da por pensar que este es una mierda de país para sus mayores en lo que a música se refiere. Mientras en UK, Francia o Italia se reverencia a sus pioneros, aquí se les confina al más triste de los olvidos o directamente a los conciertos revival.
Hace poco hice un par de conciertos maravillosos con Miguel Rivera de Maga y Sean Frutos de Second, representantes de la generación rock 10 años posterior a la mía. Aprendí muchísimo de ellos y creo que ellos también sacaron algo de mí. ¿Por qué en los festivales españoles se tiende tanto al encajonamiento? Indies, por una lado, ochenteros por otro, etc. Que conste que no me quejo, vengo de la generación más agraciada por el tiempo que le ha tocado vivir, pero sí que es triste que los que frisamos de cincuenta para arriba solo dependamos de nuestro pasado salvo alguna rarísima excepción. ¿Para qué sacar discos si no te los van a poner en ningún lado? ¿No hay ninguna vía de escape para el veterano con inquietudes? ¿Ha de limitarse una y otra vez a repetir sus viejos éxitos?
O poniéndolos en lo peor, acabar recibiendo una llamada de algún programa futuro tipo La Voz Senior para hacer de viejo entretenido. Aaagh, hay cosas que me ponen de mal humor.