Este ha sido el año uno de los que más he intervenido en festivales años 80, unos 22 en total. Coincide con una especie de resurrección de este revival que tiene visos de no acabar nunca, de hecho leí en no sé dónde que este 2017 ha sido «la segunda era dorada del pop de los 80». ¿Razones? Hay muchas. La economía es cierto que ha mejorado algo, el público que asiste a estos conciertos no es problemático en absoluto y suele dejar bastante pasta en la barra. También mucha gente que vivió esa era dorada está ahora en las instituciones y disfruta contratando a los grupos de su juventud. Añado una de peso: no hay un recambio generacional claro, por supuesto que desde entonces se ha hecho mucha música nacional de calidad, pero nunca como en esa época se produjo esa mágica combinación de calidad-popularidad.
No hay nada malo en la nostalgia en principio, siempre que no se convierta en una losa inamovible. Me explico: los conciertos en que yo más disfruto son los que hago con Danza Invisible (mi banda de toda la vida), los míos en solitario y los eventos organizados por mí, como ese «Las canciones del vino» con el que escanciaremos esta noche en Morales de Toro, pero puedo entender perfectamente que para el público sea muy goloso asistir a estos festivales donde sus artistas favoritos interpretan algunos de sus éxitos más sonados. ¿Que a veces es la misma banda base para todos los cantantes? Pues no pasa nada mientas ésta sea competente -hombre, nunca va a sonar igual que con tu(s) banda(s), pero festivales como «Rock & Roll Star» son remedos más que eficaces-, ¿acaso no utilizaban los mismos músicos todos esos vocalistas míticos de Stax, Motown o Hi Records? Y por otro lado, para ti puede ser en principio poco motivante el interpretar solo tus 5 o 6 éxitos más importantes, pero el que viene a tu concierto no está toda la vida escuchándote y le agrada oír en directo las piezas que conoce. A mí mismo me agradaría ver en concierto a Neil Young interpretando todos sus clásicos, cómo no.
Pero hay que ser cauto para no caer en el conformismo y no despistarte de tu objetivo principal. Defiendo radicalmente la noción de que es obligación del músico el no parar de crear, hacer que los shows sean distintos aunque te debas a tus público. Por supuesto que me gustaría que hubiese una mayor preocupación por escuchar las novedades de los músicos de mi quinta entre los asistentes a los conciertos de nuestra quinta, pero es lo que hay y debemos admitirlo. Yo este año además he hecho un montón de nuevos amigos y me siento absolutamente feliz de ver cómo me van las cosas, profesional, anímica, afectiva y artísticamente. Y os anuncio que el próximo 13 de este mes entro en estudio a grabar una nueva canción como solista, ya que he decidido que lo próximo que haga se va a grabar, no sé si publicar, canción a canción o algo similar. No tengo fecha de edición de ni presión alguna, de hecho lo más seguro es que en breve nos pongamos a seleccionar los mejores momentos del 35º Aniversario de Danza y eso es prioridad. Mas no voy a perder el gusanillo de seguir produciendo. El montar cosas nuevas hace que interprete lo viejo con la misma frescura de antaño, os lo aseguro.