A veces pienso que nacer ser humano es una putada. ¿Por qué? Porque es nuestro estado natural el estar insatisfecho, no conformarte con lo que tienes. Sí, señores, la felicidad absoluta no existe, es una falacia. Tengo un amigo que padece de andromanía y de repente le contrataron como actor porno, ¿se puede ser más feliz? Pues al poco tiempo la lujuria se fue convirtiendo en rutina y empezó a quejarse de que si las pocas asiáticas que caían en sus manos, que si a los del Private les pagaban más, etc. O sin ir más lejos mi caso: siempre soñé con ser músico, publicar discos, sonar en la radio, ¿y qué? Una vez que lo has conseguido te lamentas por no haber podido aprender a tocar la guitarra o por cualquier otra cosa. Es por eso que desde hace algún tiempo estoy barruntando la idea de montarme un negocio alternativo que colme mis ansias aunque sea temporalmente, que “na es eterno” como decía Camarón. Voy a montar una asesoría, una asesoría musical.
Siempre me ha horrorizado el poquísimo cuidado que se presta a la selección musical en los establecimientos. Sin ir más lejos anteayer estuve sometido a una dura sesión de Canal Fiesta Radio en una tienda de juguetes; con todos los respetos, convendrán conmigo que escuchar El Barrio no es lo más adecuado para lidiar con los Playmobil y demás. ¡Por no hablar de los soporíferos discos de chill que ponen en los sitios de diseño! Que no hombre, que la cosa no va por ahí, vamos a ver, si la gente se asombra de mis conocimientos habrá que sacarle partido al asunto, ¿o no? Estamos rodeados de asesores de todo tipo y todo el mundo parece encantado: los hay financieros, jurídicos, laborales, de imagen, qué se yo, y parece irles muy bien a tenor de las amplias sonrisas que siempre esbozan. Yo lo tengo todo; a saber, una relativa popularidad, experiencia, contactos y hasta lo de la amplia sonrisa no se me da mal. ¿Otra cosa necesaria para ser asesor? Como dice mi hermano, utilizar un lenguaje críptico para que no te enteres de nada y así hacerte imprescindible. También lo tengo, en lugar de recurrir a términos que nadie comprende como euribor o prevaricación puedo epatar al personal recurriendo al mbalax, dubstep, post-rock o drum’n’bass y quedarme tan ancho. Comienzo a ver negocio en ciernes, sí.
Al principio, para introducirme en el mercado, seré muy económico. A los de la juguetería les grabaré bonitas canciones de Buddy Holly o de Jonathan Richman y niños y padres quedarán encantados. Funk y soul elegante para los de la tienda de diseño, jazz vocal sedoso para el amigo que padece de andromanía. Ah, pronto doblaré la tarifa, ¡asesórate AHORA!.
(Artículo publicado en ADN Málaga el 15-10-07).