Hace no mucho mi mujer me llamaba la atención sobre la noticia que salía en un informativo de televisión sobre un evento benéfico celebrado en Madrid, no recuerdo bien la circunstancia porque andaba con otra cosa, pero sí me llamo la atención la cantidad recaudada: 60.000€. También hace poco escuchábamos sobre los conciertos que dio Pau Donés en Barcelona y de los que se sacó alrededor de 70.000€ destinados a la ayuda a la investigación del cáncer. Obviamente no se trata de competir, Dios me libre, pero sí que me gustaría recalcar que en mi provincia han habido recientemente dos eventos solidarios sobre los que no se ha hablado en los medios nacionales y que han conseguido superar esas cifras que ya de por sí son bastante altas: VerbeRett y Música contra el Cáncer, de los que siento el orgullo de haber sido partícipe.
En sus dos ediciones anteriores VerbeRett consiguió la friolera de 150.000€ que están sirviendo para ahondar en la investigación de esa extrañísima enfermedad degenerativa que atañe mayormente a las niñas llamada Síndrome de Rett. La responsable máxima es mi amiga Sara Baras, una persona tan inmensa sobre la que poco puedo añadir salvo que su humanidad supera incluso a su grandeza como artista. Este año voy por tercera vez consecutiva con el corazón en un puño y el ánimo robustecido, para colmo Sara y su marido José Serrano ya me han dicho que prepararán un baile sobre una de nuestras canciones nuevas. Para levitar, oigan.
Lo de Música contra el Cáncer tiene aún más mérito (insisto, no se trata de comparar «bondades») porque fue un proyecto lanzado por mi amiga Pilar Galera, enferma de cáncer y sometida a sesiones de quimioterapia, en el que con un cartel de bandas semi o totalmente desconocidas sacó la friolera de 80.000€ para la investigación de la maldita enfermedad, y todo ello en Torremolinos. Pili ya me ha dicho que este año piensa repetir y me quedo asombrado de su fortaleza y ánimo. Su nuevo proyecto es lanzar una potente campaña destinada a la donación de médula ósea para lo cual me ha pedido la utilización del tema «Hora de empezar», sobre el que montarán un videoclip que esperan hacer viral. ¿Cómo decirte que no, Pili?
Todo esto es lado bonito del asunto pero no quisiera despedir estas líneas sin hacer la triste reflexión de que si no cambian las cosas en un futuro no muy lejano vamos a ser los músicos los que nos veamos necesitados de un festival benéfico -ahora que lo pienso, ¿qué es el crowdfunding sino beneficencia moderna?-. Habla maravillosamente bien del gremio la predisposición para tocar gratis en todos lados y eso nos ennoblece, pero si que es verdad que el panorama es desolador, especialmente para los recién llegados. Me encuentro con Nacho García Vega en la inauguración de Yo Canto, la escuela de cantantes que ha creado Queco en Málaga, y como consejero de AIE (Asociación de Intérpretes y Ejecutantes) que es me informó de la cifras desalentadoras que llegan y me soltó una conclusión terrorífica: en el plazo de unos 10 años van a ser poquísimos los discos de música nueva que se van a producir en este país, siendo el porcentaje especialmente bajo en los artistas que hayan sobrepasado la cincuentena. Y de las tiendas de discos ya ni hablamos, el problema de las que quedan es que como lo del pez que se muerde la cola. Como la gente no compra discos, los pedidos disminuyen y entonces el buen cliente nunca encuentra lo que busca y se lo acaba pidiendo a Amazon.
Tan poco quisiera dramatizar en exceso, las cosas son así y poco se puede hacer en este mundo en el que ya no somos jóvenes. Pero sí veo que si la gente es capaz de mostrarse rabiosamente solidaria ante las adversidades sí deberíamos ser capaces de conseguir una situación más justa para nosotros. Las cantidades que llegan de Spotify o YouTube son directamente insultantes con lo cual uno concluye que al final las grandes corporaciones son las que han ganado la batalla, para colmo la «cultura» brilla por su ausencia en las declaraciones de nuestros belicosos líderes políticos y asusta ver los perdidos que andan los partidos de izquierdas respecto a la situación de la música y como se reparten los beneficios. En fin, que como dice un amigo mío ya no podemos aspirar a que un gobierno, el que sea, apoye la cultura. Lo que sí deberíamos de luchar es porque al menos nos proporcione las circunstancias adecuadas para que ésta se produzca.